martes, 24 de enero de 2017

 A veces desde nuestros ojos solo vemos una parte de un todo, un solo fragmento de un puzzle complejo (o no lo queremos ver), a veces las partes que tenemos ni siquiera encajan. No podemos ver lo que ocurre a nuestro alrededor, no somos conscientes de lo que ocurre más allá, en otro barrio o en otro pueblo…

A Flavia también le pasa esto, ella era una niña, que vivía feliz en su mundo perfecto, tenía un padre que la quería más que a nada,  una mujer que la trataba como una madre, estudiaba, era querida… ¡tenía hasta una piscina en su jardín! Pero algo pasa, y ella cambia. Se hace adulta de repente y comienza a ver los problemas, quiere encontrar soluciones, ya no es una observadora sin papel activo, es sujeto de la acción. Ve las injusticias en su país, las ve y quiere remediarlas, y aunque todos la ven como una niña, ya no lo es. A veces creces y no te das ni cuenta, tienes las mismas obligaciones y nada cambia, luego hay gente que se hace adulta antes de tiempo, por circunstancias, maduran porque los tiran a patadas de su mundo de niño. La protagonista de esta historia no es tan pequeña, pero lo que descubre, tanto de ella como de su familia y amigos no la deja indiferente. ¿Qué harías tú si todo lo que has vivido hasta el momento fuese una mentira?

jueves, 12 de enero de 2017

La fortaleza


Hay veces que todo es complicado, que todo se te cae encima como las olas sobre las rocas, que rompen una y otra vez, desgastándolas, metiéndose por los poros sin que nos demos cuenta, y sin avisar un trozo se cae y lo cambia todo. Estas cosas nos pasan a todos, también a Flavia. El lexema llor (de llorar) aparece en este primer libro unas 25 veces, sufr (de sufrimiento) 10. Pero no por llorar y por sufrir esta joven es más débil, de hecho, si buscamos palabras de la familia de sonrisa tenemos nada menos que 85, valiente solo 7, y de contento 15. Si Flavia, con todo lo que le pasa, tiene motivos para ser feliz, nosotros no tenemos excusa.
Se fue corriendo detrás de ellos. (…) no tenía más que ganas de llorar, pero había aprendido a la fuerza que nunca debía mostrar sus sentimientos, debía sobreponerse. Se dio media vuelta y entró a la fiesta como si nada le importase.